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Respiraba mejor debajo del agua. Podía sentirlo. Era un río de agua caliente en sus venas. Y en su pecho una gran cascada que caía contra su estomago cuando ella hacia acto de presencia.
La verdad es que era grandioso. Grandioso y temerario. El poder que ejercía sobre ella era sanguinario. No sabía que era tan arriesgado mirar a los ojos a una chica bonita, pero de eso no suelen avisar en ningún prospecto. Aunque bueno, ahora que pienso las drogas no llevan prospecto. Tal vez deberían.
De esas cosas deberían informar. Porque es una putada bien gorda estar al mando de una chica bonita. Qué forma tan majestuosa de dominar. Gobernaba hasta sus andares.
Enamorar es una forma muy lenta y cruel de envenenar. Se debería poder denunciar. Es un homicidio en toda regla. De manual. De los que se estudian en la primera clase del primer curso de derecho.
De esas cosas deberían avisar. Ya sabes, de lo peligroso que es mirar a los ojos a una chica bonita.
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