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El humo del cigarro nubló las fronteras y dejó llovizna en la nariz.
Y cuando llovía sonreía a las nubes, y cuando hacia sol buscaba un bonito bar en el que mojar la lengua con Ron barato o salados chupitos de tequila.
Recordarnos nos está de más. Y echarnos de menos duele tanto como no bailar sin pies.
Aún me pregunto de donde sacaste ese puñal.
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