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La he visto vacilar.
La he visto acunarse con los pies forzando el abandono.
La he visto jugando con el vértigo y viéndose rendir.
No se tiraba, ¡pero bien que se dejaba caer!
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Y yo nunca la creí del todo cuando me decía “Te quiero” si lo hacía con puntos suspensivos al final.
Lo hice mal. Lo hice todo mal, y ahora… ¡hasta la luna se ríe de mí conforme la deja ciega a ella!
Y fui yo quien, sin querer, le quitó los parpados y le robó las pestañas una a una.
Escrito el: 17.Diciembre.2011
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